Imagen niño
Imagen libro producido por click
Imagen niño leyendo libro producido por click
Imagen niños dibujando
Imagen niña sonriendo

Categoría: Educación en emergencias

«Ha cambiado la educación y ahora tenemos que darle a los muchachos la facultad de expresarse»

Luis Carlos Palacios Murillo es el presidente del Consejo Comunitario de Platanares, una aldea en Medio Baudó en el departamento del Chocó. Luis Carlos participó en espacios de formación realizados en octubre de 2022 en el marco del proyecto de educación en emergencias de Unicef Colombia, iniciativa desarrollada en conjunto con ECHO y Click+Clack que busca proteger la trayectoria educativa de niñas, niños y adolescentes expuestos a emergencias ocasionadas por el conflicto armado, los desastres naturales y la migración.

“Hoy tenemos que tener paciencia para que los estudiantes se puedan adaptar y tenemos que ofrecerles otras maneras de acercarse al estudio”, menciona Luis Carlos. Las herramientas, los materiales, las actividades que estamos entregando a las comunidades en el marco de este proyecto, apuntan justamente a generar estrategias que nutran la labor docente y motiven el aprendizaje de niñas, niños y jóvenes para que puedan seguir aprendiendo pese a los desafíos que enfrentan en sus territorios. Luis Carlos nos contó más acerca de Platanares, y con ello, entendemos aún más las necesidades educativas de la comunidad. Este fue su relato:

Click+Clack: ¿Cuántas personas hay en la comunidad, y de esas personas, cuántas son niñas y niños?

Luis Carlos Palacios: en Platanares hay 78 familias y 300 habitantes. Aproximadamente tenemos 60 niñas y 56 niños.

CC: ¿Cuántos estudiantes hay en el colegio y qué cursos hay?

LCP: tenemos 65 estudiantes, aproximadamente. Aquí en Platanares solo hay primaria, de primero a quinto. Los estudiantes que quieren seguir con el bachillerato, tienen que desplazarse a Puerto Meluk, Istmina o Quibdó.

CC: ¿Por qué los estudiantes no continúan estudiando después de la primaria?

LCP: por falta de recursos. No los podemos mandar a cabeceras municipales donde podrían continuar el bachillerato y empiezan a trabajar. No tenemos suficientes recursos económicos para lograr que niños y niñas se puedan desplazar a otros colegios.

CC: Cuando los niños y niñas dejan de ir al colegio, ¿qué hacen?

LCP: algunos se dedican al trabajo, a la agricultura, se van de aquí a otras partes. Por ejemplo, conozco a algunos de ellos que dejaron de estudiar y están trabajando en un supermercado por allá en Istmina. Las niñas son ahora las que están estudiando, buscando el recurso para ver si salen adelante; ellas trabajan y estudian.

CC: ¿Qué tipo de emergencias se viven aquí en Platanares? Emergencias que evitan que los estudiantes vayan al colegio…

LCP: la inundación; se nos monta el río arriba del piso. Entonces a veces no pueden ir al colegio porque el agua no permite que haya un albergue donde puedan recibir clases dignamente. Otra emergencia es la falta de recursos: se nos acaba el agua, el plátano, el arroz, el maíz… cuando el agua crece, se pierde la cosecha. Acá no tenemos acueducto, el agua que tomamos es agua de lluvia o cogemos del río porque no tenemos tanques para purificar el agua. Tenemos muchas necesidades en la comunidad.

CC: ¿Cómo fue su educación aquí en Platanares?

LCP: fue una educación en la que los niños siempre le obedecían a los maestros. Cuando llegaba un maestro nosotros le dábamos la comida, el plátano, el arroz, nos íbamos a buscar pescado para los maestros, y nos enseñaban bien. Es tan así, que todavía recuerdo parte de lo que los maestros me enseñaban de historia patria y me sé unas dos biografías y poesías que nos enseñaron.

CC: ¿Cómo ha cambiado la educación desde su época hasta ahora?

LCP: me parece que ha cambiado el 100% esta escuela nueva; los niños no están viendo lo que es historia, educación cívica. A nosotros nos tocaba estudiar bastante. Los niños hoy en día no le están poniendo tanta atención al estudio. Anteriormente traíamos la comida para los profesores porque vivíamos muy agradecidos, porque venían a enseñarnos y nosotros veníamos a aprender de ellos. Ha cambiado la educación y ahora tenemos que darle a los muchachos la facultad de expresarse, de tener una vocación e invitarlos a las conversaciones de los mayores para compartir con respeto. Antes decían «el estudio entra porque entra», hoy no, hoy tenemos que tener paciencia para que se puedan adaptar al estudio.

Baile, canto, reflexión y aprendizaje: así fue el encuentro de Julián Díaz con docentes en Chocó

Decir que Julián Díaz tiene magia, es poca cosa. El actor colombiano y codirector de Diokaju Generación Arte Afro, es capaz de hacer reír, bailar y gritar a cualquiera. Julián emociona a quien está triste, hace reír a quien no quiere reír y pone a saltar a quien no quiere saltar, entonces, el cuerpo se libera, las emociones se disparan, la reflexión se detona y el aprendizaje nunca se olvida.

La magia indescriptible de Julián llegó a varios municipios del Chocó. Junto a Click+Clack y Unicef Colombia, en el marco del proyecto ECHO, el actor visitó Pie de Pato, Platanares y Puerto Meluk (subregión del Baudó), llevando conversaciones, bailes, canciones y actividades para que los docentes de las comunidades exploraran formas diferentes de aprender y enseñar.

En este encuentro con las comunidades, Julián logró crear espacios de desahogo y reflexión con los docentes. Por medio de posturas, ejercicios físicos, respiración profunda, cantos y bailes, las y los docentes memorizaron coreografías y bailaron alrededor de una vela, una vela que simbolizó la luz que guía, el conocimiento y aquello que llevamos dentro. El objetivo de esta rutina, más allá de la diversión y la liberación de estrés, fue que pudieran ser conscientes de la importancia de su labor en la sociedad, del compromiso que implica trabajar con niñas, niños y adolescentes, y de cómo los procesos de aprendizaje pueden ocurrir en cualquier escenario.

Julián logró detonar reflexiones importantes, por ejemplo, la necesidad de crear entornos agradables y empáticos para generar confianza, fortalecer la participación en el aula y detonar el aprendizaje significativo. Además, se destacó la importancia de poner en el centro aquellas actividades destinadas al bienestar colectivo y la necesidad de reconocer las diversas fortalezas, habilidades y cualidades que pueden ser aprovechadas en el ámbito académico. La relevancia de poner las emociones en el centro del aprendizaje, fue otro de los ejes de las actividades y los diálogos detonados por el actor.

«Considero que las actividades trabajadas por Unicef y Click+Clack con docentes de tres establecimientos del Alto Baudó, son para nosotros una gran oportunidad para que reflexionemos sobre la manera como estamos viviendo nuestras emociones, y por ende, para aprender a orientarlas, transmitirlas o vivenciarlas con todos los que nos rodean, en especial con nuestros estudiantes, para educar con el ejemplo y lograr que ellos vivan una vida en comunidad disfrutando y manejando sus emociones. Esta es una oportunidad más para que mejoremos lo que hacemos como docentes; los maestros trabajamos en pro de muchas cosas y queremos hacerlo bien. La oportunidad que nos brindaron fue bonita, sentí que todos la disfrutamos, fue muy valiosa y lo más importante es que no se quede allí, sino que sepamos que debemos seguir trabajando y no desistir con los chicos, ni con nosotros mismos. Estoy muy agradecida y espero que para mis compañeros siga siendo otra manera de seguir disfrutando lo que hacemos». Glemi Samira Robledo, rectora del Centro Educativo Hermano Anselmo Molano del Alto Baudó.

El Chocó se caracteriza por un gran nivel de imprevisibilidad a nivel social y político. El contexto de pobreza y de poca presencia estatal, combinado con las emergencias por inundaciones y conflicto armado, han afectado la trayectoria educativa de niñas, niños y jóvenes de dichas comunidades. Todo esto se traduce en retos sociales y enormes desafíos educativos. Resulta entonces indispensable, no solo llegar con recursos y materiales innovadores y apropiados, sino generar espacios donde el cuerpo, la mente y las emociones se vuelven protagonistas de las respuestas a las necesidades que enfrentan las comunidades.