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Categoría: Educación en emergencias

«A veces nos toca prestar las aulas para que duerman allí con sus familias»

William Flores es el director de la Institución Educativa de La Conquista ubicada en la Inspección la Venturosa, en el municipio de Puerto Carreño, a riveras del río Meta. Hablamos con William quien nos contó un poco más acerca de la institución y de las emergencias que han enfrentado allí.

Click+Clack: Profe William, cuéntennos un poco acerca de su institución.

William Flores: En nuestra institución somos 3 docentes, trabajamos por grupos; dos grados por docente. Tenemos la residencia escolar con un monto de algunos cupos que nos autoriza la Secretaría de Educación de 25 residentes, y los demás son alumnos a quienes llamamos  «externos». En total son 95.

C+C: Cuando habla de «residencia», ¿se refiere a que los estudiantes duermen en la institución?

WF: Así es. Estos 25 niños permanecen 100%, día a día durante 24 horas y toda la semana en la institución.

C+C: ¿Cómo es el día a día en esta institución?

WF: Nosotros tenemos un horario específico de lunes a sábado. Nos levantamos a las 5:00 a.m., e inicia la hora del baño. De 5:30 a.m a 6:00 a.m., los niños hacen un aseo de su dormitorio y se alistan para tomar los primeros alimentos del día. Entran a horas académicas a las 7:00 a.m. A las 9:00 a.m. toman refrigerio, entran a estudiar y salen a las 12:00 p.m. Los externos salen a sus casas y los 25 internos se quedan en el colegio, almuerza, y descansan. A las 2:00 p.m. hay otra ahora de aseo, y de 3:00 p.m. a 4:00 p.m. tenemos hora de estudio. Salimos de la hora de estudio y tenemos una hora de deporte de 4:00 p.m a 5:00 p.m. En la tarde se bañan y a veces tienen una hora de televisión (cuando es posible); si no hay televisión, hay recreación en la cancha múltiple. Toda esta rutina es monitoreada por los docentes que también vivimos acá y un acompañante que nombra la Secretaría de Educación para los estudiantes internos.

C+C: Usted menciona que la televisión no siempre es posible. ¿Por qué sucede esto? ¿Falta de energía?

WF: La televisión no siempre es posible por falta de energía y conectividad. Sí tenemos unas horas de energía en el pueblo, pero falla bastante por falta de suministro de combustible, mantenimiento de redes y mantenimiento de plantas eléctricas.

C+C: ¿Qué emergencias han enfrentado en la institución?

WF: Hace un tiempo tuvimos una emergencia relacionada con el conflicto armado. Había grupos ilegales y se enfrentaron con la justicia colombiana. Ese día metimos a los muchachos dentro de unos salones y les echamos colchones por encima. Luego hubo calma y les dimos una semana de descanso a los muchachos para que se fueran a sus casa, explicándole a los padres el porqué de esta situación. Hemos tenido otras emergencias que afectan a los muchachos… ellos viven en muchas islas del rio Meta y cuando hay inundaciones dejan sus casas, se vienen a la institución y a veces nos toca prestar las aulas para que duerman allí con sus familias. Estas son emergencias que duran de 8 a 10 días mientras baja el río.

C+C: ¿Qué retos enfrentan los docentes de la comunidad?

WF: Uno de los retos que tenemos es hacer un diagnóstico con toda la comunidad, preguntando a las familias y a los mismos alumnos qué les gustaría hacer o aprender; por ejemplo, trabajar temas agrícolas o ganaderos. Los muchachos se están yendo al pueblo y el campo está quedando solo; ya no hay quien tenga conocimientos en cultivo, las enseñanzas que nos dejaron nuestros abuelos. Es importante recuperar lo nuestro. Los jóvenes ya no se preocupan por jugar lo tradicional, como la lleva, el escondite… Los juegos antiguos o tradicionales se han venido perdiendo por el avance en la tecnología. Son retos que debemos proponernos. Los jóvenes ya no quieren ir al colegio… están pegados al teléfono.

«El río es la columna vertebral de la gente, los comunica, los protege y los amenaza»

Ómar Ángel es uno de los mediadores pedagógicos de Click+Clack que está haciendo frente a la educación en emergencias en algunos de los municipios más recónditos de Colombia. Los procesos de formación con docentes que ha liderado y los encuentros que ha vivido con las comunidades han ocurrido en varios municipios del Chocó. Le pedimos a Ómar que nos contara su experiencia con uno de esos lugares, y sobre todo, que narrara el espacio, el tiempo, las emergencias, los ires y venires de un lugar que pocos han tenido la oportunidad de conocer y reconocer.

Click+Clack: ¿Cuál es el lugar más difícil o lejano al que has tenido que ir?

Ómar Ángel, mediador de Click+Clack: Difícil, pero por tiempo, transporte, distancia etc, diría que Riosucio, un municipio de Colombia ubicado en la zona de Urabá en el departamento de Chocó

C+C: ¿Cómo se llega a Riosucio?

OA: Se puede llegar por tierra o por río. Por tierra, hay que llegar a un municipio recién creado, que hasta el 31 de diciembre pertenecía a Riosucio, llamado Belén de Bajirá, y de allí se toma UAZ (camionetas antiguas que se meten por cualquier trocha). Este recorrido dura de 1 hora y 45 minutos a 2 horas y 30 minutos, dependiendo del estado de la vía. Cuando el río se crece, no se puede tomar esta ruta porque hay pedazos de la carretera que desaparecen bajo el agua. En este recorrido el paisaje dominante son las fincas, plataneras o ganaderas. Hay varias de estas donde crían búfalos.

Por agua, se llega desde Turbo, por el norte (ruta que suelo tomar) o desde Quibdó, por el sur. Desde Turbo, la lancha (o panga, como le suelen decir en la región) se demora un poco más de tres horas, aunque el recorrido incluye parada en Bocas del Atrato para desayunar pescado frito (el pescado no está incluido en el precio del pasaje). Este tramo del río Atrato está lleno de selva, aunque en algunos puntos de la rivera se ven cultivos de plátano y maíz (es lo que alcanzo a reconocer). Hay varios caseríos, y también se ven pequeñas casitas de madera alejadas de todo. El río es la columna vertebral de la gente, les da de comer y se lleva sus residuos, los comunica con sus vecinos, los protege y los amenaza.

Generalmente llego por el río y salgo por tierra, porque cuando visito Riosucio también aprovecho para ir a Belén de Bajirá.

C+C: ¿Qué particularidades tiene Riosucio? ¿Qué emergencias enfrenta la comunidad?

OA: Riosucio es uno de los asentamientos más antiguos de América del Sur. A pesar de eso, es un pueblo que parece olvidado por el mundo. Sus calles todavía son de tierra, y puede durar varios meses inundado. En mis últimas visitas lo encontré con el río de visita y tuve que probar mi equilibrio para caminar por los tablones que montan por el medio de las calles para que la gente se pueda movilizar. A pesar de lo habitual de la escena, esto sigue influyendo en la continuidad de la trayectoria educativa de los estudiantes. Cuando llueve las clases se aplazan o se cancelan, porque caminar por los tablones resbaladizos es todo un peligro, y más teniendo en cuenta la cantidad de niños que deben transitar por estos. Las casas y las escuelas están construídas sobre palafitos, lo cuál los salva de inundarse, pero no detiene la acción del agua sobre estas estructuras de madera. Aún hay muchas casas y salones de clase construídos en madera, y estas construcciones hay que repararlas continuamente para evitar que se caigan. Hay salones temporales, que se construyeron en alguna de las emergencias de hace 15 años; aún se usan, pero representan un riesgo por tantos años de uso.

Por otro lado, se siente la amenaza de los grupos al margen de la ley. Las AGC marcaron casi todas las casas del pueblo, como queriendo advertir a propios y a foráneos quién es la autoridad. Seguramente ellos dieron permiso para que nosotros llegáramos, por eso es importante avisar a los rectores y a las autoridades de nuestras visitas con tiempo. En el trabajo sobre identificación de las emergencias no se habla directamente sobre este tema, hay un evidente veto al respecto. Solo una de las instituciones habló del peligro que corre por tener a la estación de policía al lado.

«Somos nosotros los encargados de ayudar a canalizar las emociones de los estudiantes para que se sientan en un lugar seguro»

Dina Badillo trabaja como docente desde hace más de 25 años. Hace dos años llegó a la Institución Educativa Juyasirain, ubicada en el municipio de Uribia, La Guajira, donde ha tenido la oportunidad de innovar y crear otras maneras de aprender. Dina es una de las docentes que hemos conocido en el marco del proyecto de educación de emergencias que estamos implementando Unicef Colombia y Click+Clack. Tuvimos la oportunidad de conversar en detalle con ella para profundizar en algunas de sus ideas, metodologías de aprendizaje y reflexiones.

Click+Clack: Profe, ¿por qué llegó a esta institución en Uribia?

Dina Badillo: Llegué a esta institución para cumplir un sueño, el sueño de ser parte de ese grupo de maestras que quieren formar a estudiantes de la zona rural de municipio de Uribia; esos niños y niñas que a veces sienten que no tienen la manera de cumplir sus sueños porque llegan al aula de clase y no se encuentran con un maestro que les brinde apoyo y amor. Mi motivación es esa, que ellos puedan cumplir sus sueños. Yo ya he cumplido el mío.

C+C: ¿Nos puede contar un poco sobre el enfoque transversal que tiene la institución y de qué manera participa usted desde su área de enseñanza?

DB: La institución viene trabajando diferentes proyectos. En este lugar tenemos una granja y desde ahí se trabajan proyectos transversales agropecuarios. A partir de este año se va a profundizar en el tema, se van a mejorar estrategias de cómo llevarle a niños y niñas este conocimiento para que se apropien de este que es su entorno; aquí tenemos internado, entonces los niños pasan mucho tiempo en este espacio. Concretamente, yo he trabajado en un proyecto lector con mi compañero Pedro Córdova, profesor de la institución, literato, escritor. Con él desarrollamos un proyecto que se llama «Ven y cuenta», es de su autoría, pero lo hemos implementado juntos en la institución. Ese proyecto tienen que ver con la integración y es un llamado para que los niños y las niñas cuenten las experiencias que han tenido a partir de la lectura de un libro. El proyecto se implementa desde preescolar, hasta el grado noveno. Tuvimos otro proyecto que se llama «Soy teatrero», espectacular, por medio del cual los niños hicieron dramatizaciones y una cantidad de obras artísticas que llevaron a la representación, también a partir de la lectura de libros.

C+C: Por lo visto, la lectura es muy importante en la institución…

DB: Para nosotros es muy importante que los niños amen la lectura, que amen leer, que se interesen por ver qué hay más allá, que profundicen. Y a partir de eso hemos conseguido que los niños mejoren sus competencias, no solo en el área de lengua castellana, sino de una manera transversal.

C+C: En el marco de las formaciones hemos identificado el peso aparentemente negativo de las redes sociales, los videojuegos, la tecnología. ¿Nos puede contar sobre esto y sobre cómo usted ha convertido lo que aparentemente es un problema en una oportunidad de aprendizaje? 

DB: Para nadie es un secreto que para los docentes mayores, que en esta época de mucha tecnología nos sentimos frustrados a la hora de llevarles algún tipo de contenido a nuestros estudiantes y que se apropien de ello sin sentir que es algo aburrido. Tuve una experiencia en la que estaba explicando qué eran los mapas conceptuales; yo veía a los estudiantes muy distraídos. Entonces, los había escuchado muchas veces hablar sobre un videojuego que se llama Free Fire, del cual había leído algunas cosas… que era peligroso, que en algunas partes lo prohiben. Llamé a uno de mis estudiantes para que me contara más sobre el juego. Pasó al tablero y empezó a explicar cómo se juega el Free Fire armando todo un esquema. Sin darse cuenta, acababa de hacer un mapa conceptual y todos sus compañeros acababan de aprender a hacerlo. Todos estaban contentos porque lo habían logrado. El objetivo fue convertir algo que aparentemente era negativo, tomando de ello los elementos que nos servían para convertirlo en un aprendizaje significativo.

C+C: En el marco de este proyecto trabajamos en otros territorios. ¿Qué le diría a otros docentes de otras comunidades de Colombia acerca de los desafíos de educar en un tiempo como este y en un contexto donde se enfrentan distintas emergencias?

DB: A donde quiera que vayamos siempre vamos a encontrar docentes que por corazón y vocación encuentran la manera de ayudar a sus estudiantes a construir su conocimiento. Nosotros no les enseñamos nada, nosotros estamos aprendiendo más de ellos que ellos de nosotros. Les diría que no pierdan ese amor, esa entereza y empeño para fortalecer siempre el vínculo con sus estudiantes. Cuando trabajamos en estas zonas, con situaciones de emergencia, los niños vienen con dificultades emocionales, falta de afecto; algunos incluso han perdido a sus padres y les ha tocado enfrentar situaciones difíciles; somos nosotros los encargados de ayudar a canalizar esas emociones para que se sientan un lugar seguro.

40 kits escolares para aprender a pesar de las inundaciones

Vegas del Pamplonita es una sede educativa rural de la Institución Educativa Puerto Santander, ubicada en Norte de Santander, Colombia. La escuela, situada muy cerca a la quebrada La Cochinilla, se enfrenta constantemente a emergencias por el desbordamiento del río. Solo en 2022, cuenta una madre, el cacerío donde está ubicada la escuela se ha inundado 15 veces. Cuando el río se desborda, el agua llega hasta las rodillas, hecho que dificulta la asistencia de niños y niñas a la escuela.

 

 

 

 

 

 

 

En el marco del proyecto de educación en emergencias, implementado por Unicef Colombia y Click+Clack, nos encontramos con algunas de las familias cuyos niños y niñas asisten a Vegas del Pamplonita para entregarles un kit escolar que busca ser una herramienta para hacer frente a las emergencias que enfrenta la comunidad por el desbordamiento del río. Los kits, por supuesto, no son el reemplazo de la escuela, ni suple la labor de los docentes, pero pueden ser utilizados por las familias para apoyar el aprendizaje de sus hijas e hijos cuando estos se ven obligados a quedarse en casa por largas temporadas. Habilidades socioemocionales, exploración artística, creatividad, imaginación… estos son solo algunos de los temas que pueden abordarse con los kits escolares.

 

 

 

 

 

 

 

En noviembre de 2022, entregamos 40 kits que contienen: una maleta, colores, plastilina y otros útiles escolares; libro ¡Emociónate! para trabajar el desarrollo de habilidades socioemocionales; una cartilla para aprender a dibujar pájaros, perfecta para detonar la creatividad, la imaginación y el desarrollo de habilidades artísticas.

Caminando por trochas y remando en canoas: así llegan a estudiar niños y niñas en Catrú

Tricio Forastero es docente de la Institución Educativa Patricio Mecha, ubicada en Catrú Central, en el Alto Baudó (Chocó), una comunidad indígena que habita en la cuenca del río Dubaza. En el marco de la estrategia de educación en emergencias que estamos implementando Unicef Colombia y Click+Clack, tuvimos la oportunidad de conversar con él para entender mejor cuáles son las emergencias y desafíos que enfrentan en la comunidad y cómo esto afecta la trayectoria educativa de niños, niñas, jóvenes y adolescentes.

Click+Clack: Profe, cuéntenos un poco sobre la Institución Educativa Patricio Mecha 

Tricio Forastero: El colegio es agropecuario. La institución tiene terreno, tiene lotes donde los estudiantes hacen sus prácticas de siembra, de la cría… Aquí hacemos diferentes siembras, de plátano, yuca, banano, árboles de guadua, palma de coco. Las prácticas son siempre aquí dentro de la institución y los estudiantes la hacen con ayuda del profesor del área. Y todos los docentes, que no somos de las mismas áreas, estamos ahí cerca, ayudando a sacar esa práctica o esa siembra.

CC: ¿Cuáles son las emergencias que enfrentan en la comunidad? 

TF: Una es el fenómeno de la naturaleza, por ejemplo, las épocas de invierno, pues llueve mucho y los estudiantes no van a la escuela. También están las inundaciones, los deslizamientos de tierra y el crecimiento de los ríos; esto también impide que muchos estudiantes puedan trasladarse desde su casa hasta la comunidad para recibir sus clases. Cuando llegan las inundaciones, los estudiantes se quedan en sus casas cuidando sus cositas para que no se les dañen. Además, está la situación de orden público, la presencia de grupos armados… por el temor, los niños tampoco asisten a sus clases.

CC: ¿Cómo llegan los estudiantes al colegio?

TF: En la institución hay estudiantes de comunidades lejanas. Están a 3 o 4 horas de distancia. Niños y niñas bajan al colegio en su embarcación. Hay otros niños y niñas que viven en una quebrada y pueden pasar el camino, y cuando llegan al río grande, después de caminar por trocha, cogen bote. Otros estudiantes son de esta misma comunidad y ellos pueden llegar tranquilamente al colegio.

CC: ¿Quién maneja los botes?

TF:
Los botes son canoas y ellos mismos los manejan. Son canoas en las que ellos mismos pueden remar y llegar acá. Sin ningún adulto. Todos son niños y niñas de la institución, son grandecitos, pero suelen traer hermanos que son de 8 años, 10 años, 11 años. Los traen para que puedan recibir su clase aquí en la institución.

CC: A parte de las escuela, ¿en qué otros lugares pueden aprender cosas los niños y las niñas? ¿Cómo aprenden los niños y las niñas cuando enfrentan las emergencias?

TF: En la casita. Ellos pueden aprender desde su mamá, desde su papá, desde sus hermanos y tíos. Porque los más viejos pueden contar algo a sus hijos. Cuando se enfrentan ciertas emergencias, como las inundaciones, los docentes de educación física los ocupan en actividades deportivas, pero no todo el tiempo… esto solo ocurre cuando está inundado el río.

¿Quién es Delia y cómo está transformando la educación en el Catatumbo?

El 6 de enero de 2015, Delia Carrillo llegó a Colombia desde Venezuela cruzando la frontera por la Pica del Dos, una trocha no oficial para entrar al país por Norte de Santander. Por la Pica del Dos se llega al municipio de Tibú, Catatumbo, una zona fuertemente golpeada por el conflicto armado, el narcotráfico y el contrabando de gasolina.

Delia, al igual que muchas mujeres venezolanas de su comunidad, jamás imaginó que tendría que vivir en un asentamiento informal inundado por el barro y con enormes carencias en infraestructura. «Aquí nos tocó llegar por la necesidad, llegó la pandemia, no teníamos plata para el arriendo o la comida», comenta Delia. Después de varios años de habitar el asentamiento humano Nueva Esperanza 3, en Tibú, asegura que ese lugar ha transformado su propósito en la vida.

Esta mujer, lideresa del asentamiento y cabeza de una fundación llamada Fundación Generación Resilientes del Catatumbo, creó la escuela «Proyecto de Educación Mis Primeros Pasos». Delia, junto a otras compañeras y compañeros de lucha, detectaron un enorme vacío en la educación: niños y niñas migrantes desescolarizados por falta de documentación y por falta de cupos estudiantiles en las principales escuelas de la zona. No estar en la escuela en un escenario como Tibú, se traduce en niños y niñas que terminan en la calles, trabajando, recogiendo chatarra o siendo víctimas del reclutamiento forzado. Y particularmente en el caso de las niñas, embarazos desde los 10 y los 12 años de edad.

Aunque Delia nunca imaginó tener la vocación de enseñar, sintió la necesidad de hacer frente a esta realidad educativa reforzando aprendizajes básicos como la lectura y la escritura. No tenía la formación en pedagogía, tampoco el espacio o las herramientas pedagógicas, pero poco a poco y en conjunto con 12 lideresas más, lo que era tan solo un lote de tierra se volvió un espacio con paredes de plástico, techos de zinc, algunas mesas, adornos con materiales reutilizados, letreros coloridos y otros cuantos materiales educativos que fueron llegando poco a poco por donaciones.

Hoy, las 12 lideresas, madres de la comunidad, cumplen el rol de profesoras y auxiliares en dos turnos: de 8:00 am a 11:30, hacen clases con estudiantes de 4 a 7 años; de 2:00 pm a 5:00 pm, hacen clases con estudiantes de 8 a 14 años de edad. «Ninguna tiene formación», cuenta Delia, «pero ahora contamos con el apoyo de Click+Clack y Unicef, quienes nos están formando para poder enseñarle a los niños», añade.

Su tiempo, sus recursos, sus ideas… Delia, además de estar formándose en educación inicial, ha invertido todo lo que tiene para convertir la escuela en un espacio seguro, un espacio, afirma, del cual los estudiantes nunca quieren irse. Por eso, ha sabido aprovechar cada cosa que llega a sus manos para transformarlo, en conjunto con sus compañeras, en algo muy poderoso. Así, algo tan sencillo como una cartilla de La Aldea, cobró vida en forma de títeres creados por Berta, la madre de Delia. Los títeres se han convertido en una herramienta pedagógica muy valiosa; son aprendizaje, reflexión, risas, juego, creatividad, arte, un gancho para afrontar las emergencias del contexto, de una manera diferente y divertida.

«Los niños están aprendiendo… están aprendiendo a expresar lo que sienten, lo que les duele, lo que les pasa. Antes eran demasiado tímidos, pero a través del canto, a través de la dramatización y los juegos, han ido experimentando esa sensación de ‘sí puedo lograrlo’. Ahora, cuando repartimos papeles para que interpreten a los títeres, todo quieren se parte», cuenta Chely, cofundadora y lideresa de la Fundación Generación Resilientes del Catatumbo. 

¿Tener o no tener calzado puede afectar la trayectoria educativa de niños y niñas?

¿Algo como el uso de calzado y uniformes podría afectar la trayectoria educativa de niños y niñas? ¿No tener zapatos podría ser una emergencia? Esta imagen teñida de azul fue el producto de una reflexión en torno al rechazo o la discriminación que ocurre cuando un estudiante tiene o no tiene zapatos y uniforme escolar. Tener zapatos en un escenario como La Guajira resulta un privilegio, una herramienta necesaria para proteger los pies en medio de las largas caminatas que deben recorrerse para llegar a la escuela. Los uniformes, por su parte, también son un privilegio al cual no todos los niños y las niñas pueden acceder y muchos de estos son financiados por los docentes. Al utilizarlos se genera una identidad.
La foto de estas niñas con uniforma y zapatos, tomada en el marco del proyecto de educación en emergencias que estamos implementando con Unicef Colombia, es la evidencia de brechas que además de situaciones como las inundaciones y la falta de infraestructura, generan barreras en el aprendizaje, barreras a la seguridad, a la identidad, a la igualdad y al bienestar de las y los estudiantes.

Traducción del primer derecho humano con indígenas Emberá Dobidá, en el departamento del Chocó

Las comunidades que viven en la rivera del río Baudó enfrentan una amenaza constante: las inundaciones. Hace aproximadamente un año, Nucidó, una comunidad Emberá Dobidá («gente de río») ubicada en el Medio Baudó (Chocó), sufrió una inundación que la obligó a desplazarse a no más de un kilómetro, a tres minutos de Puerto Meluk. Desde entonces no se ha construido una escuela y los menores de edad llevan un año sin recibir educación de manera oficial. Actualmente, en el nuevo Nucidó, viven 49 familias.

En el marco del proyecto ECHO de educación en emergencias, llegamos a Nucidó junto a Unicef Colombia para enfrentar estas emergencias y uno de los desafíos más grandes de la educación en dicho contexto: la lengua. El trabajo se ha desarrollado principalmente con cinco docentes hombres bilingües, es decir, que además de lengua emberá, también hablan español y están encargados de impartir la educación a niños y niñas. Aunque algunas mujeres también son bilingües, no son docentes porque se desempeñan en otros oficios, principalmente en labores de cuidado.

Uno de los principales ejercicios en Nucidó tuvo que ver con la lectura de Conferencia de los pájaros, un libro de Click+Clack que invita a sus lectores a explorar el Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero, ¿qué significa la palabra «derecho» en español y qué significa en el idioma emberá?, ¿es posible hacer una reflexión entorno a un libro o una historia cuando las palabras no pueden ser traducidas de manera literal?, ¿compartimos las mismas palabras con esta comunidad? De esta lectura surgió una reflexión con respecto a los obstáculos de aprendizaje que enfrentan los indígenas Emberá y nació un ejercicio que detonó la reflexión y la participación de la comunidad: la traducción de español a emberá dobidá del primer derecho humano. 

El ejercicio no fue sencillo. Había problemas a la hora de ponerse de acuerdo con la gramática y esto tienen que ver con que, en términos de lengua escrita, los Emberá no tienen una gramática establecida, a pesar de que en algunas regiones se han hecho intentos por desarrollarla. Entonces, en medio del ejercicio surgían dudas sobre cómo debía escribirse una letra, dado que los Emberá tienen más vocales y la pronunciación es diferente en el alfabeto español. Otro desafío tenía que ver puntualmente con la traducción, pues esta no podía ser literal y había palabras que se desconocían por completo. Esto implicó la búsqueda constante de sinónimos y antónimos para cada palabra. Por ejemplo, en reemplazo de una palabra como «fraternidad», se elegía una palabra como «hermandad».

«Este ejercicio nos llevó a un debate de más de media hora. Al principio solo los docentes y los hombres mayores eran quienes proponían las palabras. Poco a poco, algunas mujeres comenzaron a hacer correcciones y sugerencias. Niños y niñas también participaron en el proceso. Esto concluyó con la síntesis del derecho humano y la adaptación de palabras que tuvieran más sentido para ellos», comenta Ramiro Blanco, enlace territorial y mediador pedagógico de Click+Clack.

Como resultado del ejercicio se reflexionó entorno al español, la segunda lengua de los Emberá. Se habló de su utilidad y sobre la importancia de tener conocimientos en español que se acomoden al proyecto etnoeducativo de la comunidad. El ejercicio fue todo un ejemplo de calma, paciencia, de ir sin afán y con pausa para construir, aprender y entender a los demás.

El resultado final del ejercicio fue la siguiente frase: «Todos somos iguales, seamos Emberás, negros o blancos y como somos inteligentes debemos comportarnos como hermanos».

¿Cómo aprenden los niños y las niñas en esta granja experimental de Uribia, La Guajira?

Pedro Córdoba es docente de Lengua Castellana, Cultura y Lengua en la Institución Integral Rural Juyasirain Jorge Mario Aguas Menco en el  municipio de Uribia, La Guanira. En una misión a La Guajira en el marco del proyecto de educación en emergencias que estamos desarrollando junto a Unicef Colombia con el apoyo de PRM (Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los Estados Unidos), tuvimos la oportunidad de conversar con él acerca de su institución y acerca de las emergencias que está enfrentando el municipio. Escuchar al profe Pedro y a otras personas de la comunidad es relevante para fortalecer la estrategia de poner en el centro la educación en contextos de emergencias.

De la mano con las iniciativas, juegos, actividades y reflexiones de Click+Clack y Unicef, resulta prioritario acercarse a la comunidad para encontrar fortalezas, conocer las metodologías de los docentes, reconocer sus necesidades y construir, desde allí, nuevas herramientas de manera colectiva.

Click+Clack: ¿Cuál es el corazón de la Institución Integral Rural Juyasirain Jorge Mario Aguas Menco?

Pedro Córdoba: «El eje principal de Juyasirain es la granja experimental. En la granja experimental tenemos plantas medicinales, sembrío de yuca, trigo y maíz. Tenemos caprinos, 12 chivos grandes y 4 pequeños. En la parte de porcinos tenemos tres cerdos grandes».

C+C: ¿Cómo funciona la transversalidad de áreas en los procesos de aprendizaje en la granja?

PC: «Desde el área de lengua castellana a los estudiantes se les cita a la granja y a partir de ahí se hace un ejercicio de descripción; desde la comprensión lectora se abordan las ciencias naturales, ciencias sociales, educación artística, aritmética, cosmovisión y en sociales también abordamos la historia. ¿Cómo se unifica todo? Se toma como eje principal el área que estoy dictando de lengua castellana, tomo las demás áreas y a partir de un punto común, como la medicina tradicional, se visitan y se miran las plantas. A partir de allí, como los profesores de educación artística están trabajando los tipos de líneas, miramos cómo en la granja los estudiantes pueden reconocer una línea vertical, horizontal, zig zag, la curva, la diagonal… En estadística se manejan los experimentos aleatorios y de posibilidad; lo que es seguro, posible e imposible. Después pasamos al área de cosmovisión y nos acercamos a la importancia de la medicina tradicional. En ciencias naturales ellos miran las clases de plantas que existen a nivel general, pero también reconocen cuáles son las plantas que son de acá. En el marco de la cosmovisión se toma la outsü como figura principal (la outsü es la médico tradicional wayúu). Esta propuesta se llevo a este periodo, que ya estamos terminando, para que los estudiantes no se sintieran agobiados. Es manera de poder ayudarlos a entrelazar todas las áreas de una manera llamativa».

**La mujer curadora –outsü– como autoridad espiritual en la comunidad de Wararalain y cómo se mantienen activas estas prácticas y saberes en el siglo XXI, teniendo en cuenta el contexto político, ambiental, cultural y de salud del que hace parte la realidad histórica que ha vivido el pueblo wayúu en Colombia.

C+C ¿Cuáles son las emergencias que interrumpen el proceso educativo de los estudiantes en Uribia?

PC: «Una de las emergencias que más nos ha afectado es el tema de las innudaciones porque la institución no tiene un punto de desague, entonces el agua queda reprimida, sobre todo, en la zona de la primaria. En la entrada, los niños pasan y se mojan los zapatos. por los vientos, los salones y las láminas se han deteriorado y se han roto. También hay goteras. Eso es una distracción cuando estamos en clase. La inundación nos ha deteriorado las paredes de los salones que son de barro; hay salones que se inundan y nos toca buscar arena para poder rellenar el salón.

Otra emergencia es el tema climático, la calor, que es muy fuerte entre las 11:00 am y la 1:00 pm. Como tenemos unos kioscos, hemos salido en algunos momentos a dar las clases en los kioskos. El tema del transporte es otro problema. Como es intermitente a veces los niños de deben quedarse en la carretera lo cual es peligroso y eso no permite que lleguen al aula de clase. Los padres deciden no mandarlos para evitar un posible accidente. Y hay otra problemática que es la de los embarazos adolescentes. Algunas niñas han quedado embarazadas. A la institución le da pena y les mandan a las casas guías para que aprenden durante su encierro».

C+C ¿Qué otra amenaza enfrenta la educación y cómo se puede hacer frente a esa amenza?

PC: «Hay niños que son mecánicos, que trabajan en panaderías. Por el trabajo, muchas veces no estudian. Pero nuestro énfasis es el emprendimiento y esto nos permite convertir esa amenaza de la deserción en una fortaleza; les estamos diciendo a ellos que si quieren trabajar y quieren crecer en sus trabajos, entonces los apoyamos en continuar sus estudios, pues los necesitan para profesionalizarse en sus labores».

Las emergencias que enfrenta la educación en Tibú, La Gabarra y otras comunidades de Norte de Santander

Catatumbo, La Gabarra, Tres Montañitas, Aguaclara y Suerera, son algunas de las comunidades que hemos visitado con Unicef Colombia en el marco del proyecto ECHO de educación en emergencias. Al igual que en otros territorios de Colombia, la pobreza, combinada con emergencias propias del contexto, han afectado la trayectoria educativa de niñas, niños y jóvenes. ¿Qué emergencias se viven en Norte de Santander y de qué manera impactan los procesos de aprendizaje en las comunidades educativas?

1. Presencia de grupos armados al margen de la ley: su presencia en el territorio conlleva a enfrentamientos que obligan a la comunidad al confinamiento y el desplazamiento. Existe además un alto porcentaje de reclutamiento infantil cuya situación se agudizó después de la pandemia.

2. Cultivos de coca: en zonas como Tibú, la economía local recae en los cultivos de coca; el aumento acelerado de estos cultivos ha dado lugar al reclutamiento de niñas, niños y jóvenes como mano de obra para trabajar como raspachines (recogedores de coca).

3. Migración: el flujo exponencial de migrantes en el territorio y la falta de regularización frente a su permanencia en el país afecta el acceso a la educación de niños, niñas y jóvenes migrantes, ya que muchos de ellos no disponen de documentación para poder graduarse y certificarse. Además, no tiene acceso a la información sobre sus derechos como migrantes, incluido el derecho la educación, incluso en situación irregular de documentación. 

4. Inundaciones: las poblaciones a las orillas del río Catatumbo y afluentes están en constante riesgo de inundación. La mayoría de las casas e infraestructura comunitaria, incluyendo los colegios son propensos a las inundaciones. Esta situación provoca desplazamientos de familias por inundaciones y deslizamientos, hecho que interrumpe el proceso educativo durante la emergencia. Los rectores y docentes señalan no tener protocolos, estrategias o metodologías para motivar el aprendizaje en estas circunstancias.

5. Deserción escolar: hay un gran porcentaje de deserción de adolescentes por embarazo a temprana edad. Adicionalmente, reclutamiento infantil se refleja también en el porcentaje de deserción escolar.  

 6. Currículos no adaptados: las instituciones etnoeducativas no tienen currículos escolares que se adapten a su cultura en términos de lengua pero también en términos de saberes y preservación de su identidad étnica. 

Frente a estas emergencias, ¿cuáles son las acciones más urgentes en el marco del proyecto? Garantizar y asegurar el acceso y la permanencia de niños, niñas y jóvenes en las instituciones educativas, así como ofrecer un acompañamiento psicoemocional para mitigar la exposición a las situaciones de conflicto. Es necesario también, crear y asegurar espacios de educación no formal y formal para las comunidades migrantes, además de ofrecer información clara para asegurar la garantía de sus derechos. Corresponde, por otro lado, reforzar el currículo de educación sexual como estrategia para asegurar la permanencia de niñas y jóvenes en las instituciones educativas, además de crear, en conjunto con las comunidades, materiales y currículos educativos flexibles adaptados a las diversas culturas.

A la fecha, se han desarrollado jornadas de formación en instituciones educativas, se ha hecho entrega de más de 2.000 materiales y recursos como juegos, maletas y libros en Cúcuta, Suerera, Karikachaboquira, La Gabarra y Tibú, entre esos, libros como «La Aldea: Historias para respirar profundo» y «Conferencia de los pájaros». Además, se han generado espacios de formación con docentes y líderes comunitarios para realizar un diagnóstico sobre las emergencias que se presentan en el ámbito educativo e incluso se ha socializado con la comunidad de Suerera el diseño de un aula para la comunidad. 

¡Quedan muchos desafíos por delante!