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Espacio de lectura

¿Tener o no tener calzado puede afectar la trayectoria educativa de niños y niñas?

¿Algo como el uso de calzado y uniformes podría afectar la trayectoria educativa de niños y niñas? ¿No tener zapatos podría ser una emergencia? Esta imagen teñida de azul fue el producto de una reflexión en torno al rechazo o la discriminación que ocurre cuando un estudiante tiene o no tiene zapatos y uniforme escolar. Tener zapatos en un escenario como La Guajira resulta un privilegio, una herramienta necesaria para proteger los pies en medio de las largas caminatas que deben recorrerse para llegar a la escuela. Los uniformes, por su parte, también son un privilegio al cual no todos los niños y las niñas pueden acceder y muchos de estos son financiados por los docentes. Al utilizarlos se genera una identidad.
La foto de estas niñas con uniforma y zapatos, tomada en el marco del proyecto de educación en emergencias que estamos implementando con Unicef Colombia, es la evidencia de brechas que además de situaciones como las inundaciones y la falta de infraestructura, generan barreras en el aprendizaje, barreras a la seguridad, a la identidad, a la igualdad y al bienestar de las y los estudiantes.

Traducción del primer derecho humano con indígenas Emberá Dobidá, en el departamento del Chocó

Las comunidades que viven en la rivera del río Baudó enfrentan una amenaza constante: las inundaciones. Hace aproximadamente un año, Nucidó, una comunidad Emberá Dobidá («gente de río») ubicada en el Medio Baudó (Chocó), sufrió una inundación que la obligó a desplazarse a no más de un kilómetro, a tres minutos de Puerto Meluk. Desde entonces no se ha construido una escuela y los menores de edad llevan un año sin recibir educación de manera oficial. Actualmente, en el nuevo Nucidó, viven 49 familias.

En el marco del proyecto ECHO de educación en emergencias, llegamos a Nucidó junto a Unicef Colombia para enfrentar estas emergencias y uno de los desafíos más grandes de la educación en dicho contexto: la lengua. El trabajo se ha desarrollado principalmente con cinco docentes hombres bilingües, es decir, que además de lengua emberá, también hablan español y están encargados de impartir la educación a niños y niñas. Aunque algunas mujeres también son bilingües, no son docentes porque se desempeñan en otros oficios, principalmente en labores de cuidado.

Uno de los principales ejercicios en Nucidó tuvo que ver con la lectura de Conferencia de los pájaros, un libro de Click+Clack que invita a sus lectores a explorar el Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero, ¿qué significa la palabra «derecho» en español y qué significa en el idioma emberá?, ¿es posible hacer una reflexión entorno a un libro o una historia cuando las palabras no pueden ser traducidas de manera literal?, ¿compartimos las mismas palabras con esta comunidad? De esta lectura surgió una reflexión con respecto a los obstáculos de aprendizaje que enfrentan los indígenas Emberá y nació un ejercicio que detonó la reflexión y la participación de la comunidad: la traducción de español a emberá dobidá del primer derecho humano. 

El ejercicio no fue sencillo. Había problemas a la hora de ponerse de acuerdo con la gramática y esto tienen que ver con que, en términos de lengua escrita, los Emberá no tienen una gramática establecida, a pesar de que en algunas regiones se han hecho intentos por desarrollarla. Entonces, en medio del ejercicio surgían dudas sobre cómo debía escribirse una letra, dado que los Emberá tienen más vocales y la pronunciación es diferente en el alfabeto español. Otro desafío tenía que ver puntualmente con la traducción, pues esta no podía ser literal y había palabras que se desconocían por completo. Esto implicó la búsqueda constante de sinónimos y antónimos para cada palabra. Por ejemplo, en reemplazo de una palabra como «fraternidad», se elegía una palabra como «hermandad».

«Este ejercicio nos llevó a un debate de más de media hora. Al principio solo los docentes y los hombres mayores eran quienes proponían las palabras. Poco a poco, algunas mujeres comenzaron a hacer correcciones y sugerencias. Niños y niñas también participaron en el proceso. Esto concluyó con la síntesis del derecho humano y la adaptación de palabras que tuvieran más sentido para ellos», comenta Ramiro Blanco, enlace territorial y mediador pedagógico de Click+Clack.

Como resultado del ejercicio se reflexionó entorno al español, la segunda lengua de los Emberá. Se habló de su utilidad y sobre la importancia de tener conocimientos en español que se acomoden al proyecto etnoeducativo de la comunidad. El ejercicio fue todo un ejemplo de calma, paciencia, de ir sin afán y con pausa para construir, aprender y entender a los demás.

El resultado final del ejercicio fue la siguiente frase: «Todos somos iguales, seamos Emberás, negros o blancos y como somos inteligentes debemos comportarnos como hermanos».

¿Cómo aprenden los niños y las niñas en esta granja experimental de Uribia, La Guajira?

Pedro Córdoba es docente de Lengua Castellana, Cultura y Lengua en la Institución Integral Rural Juyasirain Jorge Mario Aguas Menco en el  municipio de Uribia, La Guanira. En una misión a La Guajira en el marco del proyecto de educación en emergencias que estamos desarrollando junto a Unicef Colombia con el apoyo de PRM (Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los Estados Unidos), tuvimos la oportunidad de conversar con él acerca de su institución y acerca de las emergencias que está enfrentando el municipio. Escuchar al profe Pedro y a otras personas de la comunidad es relevante para fortalecer la estrategia de poner en el centro la educación en contextos de emergencias.

De la mano con las iniciativas, juegos, actividades y reflexiones de Click+Clack y Unicef, resulta prioritario acercarse a la comunidad para encontrar fortalezas, conocer las metodologías de los docentes, reconocer sus necesidades y construir, desde allí, nuevas herramientas de manera colectiva.

Click+Clack: ¿Cuál es el corazón de la Institución Integral Rural Juyasirain Jorge Mario Aguas Menco?

Pedro Córdoba: «El eje principal de Juyasirain es la granja experimental. En la granja experimental tenemos plantas medicinales, sembrío de yuca, trigo y maíz. Tenemos caprinos, 12 chivos grandes y 4 pequeños. En la parte de porcinos tenemos tres cerdos grandes».

C+C: ¿Cómo funciona la transversalidad de áreas en los procesos de aprendizaje en la granja?

PC: «Desde el área de lengua castellana a los estudiantes se les cita a la granja y a partir de ahí se hace un ejercicio de descripción; desde la comprensión lectora se abordan las ciencias naturales, ciencias sociales, educación artística, aritmética, cosmovisión y en sociales también abordamos la historia. ¿Cómo se unifica todo? Se toma como eje principal el área que estoy dictando de lengua castellana, tomo las demás áreas y a partir de un punto común, como la medicina tradicional, se visitan y se miran las plantas. A partir de allí, como los profesores de educación artística están trabajando los tipos de líneas, miramos cómo en la granja los estudiantes pueden reconocer una línea vertical, horizontal, zig zag, la curva, la diagonal… En estadística se manejan los experimentos aleatorios y de posibilidad; lo que es seguro, posible e imposible. Después pasamos al área de cosmovisión y nos acercamos a la importancia de la medicina tradicional. En ciencias naturales ellos miran las clases de plantas que existen a nivel general, pero también reconocen cuáles son las plantas que son de acá. En el marco de la cosmovisión se toma la outsü como figura principal (la outsü es la médico tradicional wayúu). Esta propuesta se llevo a este periodo, que ya estamos terminando, para que los estudiantes no se sintieran agobiados. Es manera de poder ayudarlos a entrelazar todas las áreas de una manera llamativa».

**La mujer curadora –outsü– como autoridad espiritual en la comunidad de Wararalain y cómo se mantienen activas estas prácticas y saberes en el siglo XXI, teniendo en cuenta el contexto político, ambiental, cultural y de salud del que hace parte la realidad histórica que ha vivido el pueblo wayúu en Colombia.

C+C ¿Cuáles son las emergencias que interrumpen el proceso educativo de los estudiantes en Uribia?

PC: «Una de las emergencias que más nos ha afectado es el tema de las innudaciones porque la institución no tiene un punto de desague, entonces el agua queda reprimida, sobre todo, en la zona de la primaria. En la entrada, los niños pasan y se mojan los zapatos. por los vientos, los salones y las láminas se han deteriorado y se han roto. También hay goteras. Eso es una distracción cuando estamos en clase. La inundación nos ha deteriorado las paredes de los salones que son de barro; hay salones que se inundan y nos toca buscar arena para poder rellenar el salón.

Otra emergencia es el tema climático, la calor, que es muy fuerte entre las 11:00 am y la 1:00 pm. Como tenemos unos kioscos, hemos salido en algunos momentos a dar las clases en los kioskos. El tema del transporte es otro problema. Como es intermitente a veces los niños de deben quedarse en la carretera lo cual es peligroso y eso no permite que lleguen al aula de clase. Los padres deciden no mandarlos para evitar un posible accidente. Y hay otra problemática que es la de los embarazos adolescentes. Algunas niñas han quedado embarazadas. A la institución le da pena y les mandan a las casas guías para que aprenden durante su encierro».

C+C ¿Qué otra amenaza enfrenta la educación y cómo se puede hacer frente a esa amenza?

PC: «Hay niños que son mecánicos, que trabajan en panaderías. Por el trabajo, muchas veces no estudian. Pero nuestro énfasis es el emprendimiento y esto nos permite convertir esa amenaza de la deserción en una fortaleza; les estamos diciendo a ellos que si quieren trabajar y quieren crecer en sus trabajos, entonces los apoyamos en continuar sus estudios, pues los necesitan para profesionalizarse en sus labores».

Las emergencias que enfrenta la educación en Tibú, La Gabarra y otras comunidades de Norte de Santander

Catatumbo, La Gabarra, Tres Montañitas, Aguaclara y Suerera, son algunas de las comunidades que hemos visitado con Unicef Colombia en el marco del proyecto ECHO de educación en emergencias. Al igual que en otros territorios de Colombia, la pobreza, combinada con emergencias propias del contexto, han afectado la trayectoria educativa de niñas, niños y jóvenes. ¿Qué emergencias se viven en Norte de Santander y de qué manera impactan los procesos de aprendizaje en las comunidades educativas?

1. Presencia de grupos armados al margen de la ley: su presencia en el territorio conlleva a enfrentamientos que obligan a la comunidad al confinamiento y el desplazamiento. Existe además un alto porcentaje de reclutamiento infantil cuya situación se agudizó después de la pandemia.

2. Cultivos de coca: en zonas como Tibú, la economía local recae en los cultivos de coca; el aumento acelerado de estos cultivos ha dado lugar al reclutamiento de niñas, niños y jóvenes como mano de obra para trabajar como raspachines (recogedores de coca).

3. Migración: el flujo exponencial de migrantes en el territorio y la falta de regularización frente a su permanencia en el país afecta el acceso a la educación de niños, niñas y jóvenes migrantes, ya que muchos de ellos no disponen de documentación para poder graduarse y certificarse. Además, no tiene acceso a la información sobre sus derechos como migrantes, incluido el derecho la educación, incluso en situación irregular de documentación. 

4. Inundaciones: las poblaciones a las orillas del río Catatumbo y afluentes están en constante riesgo de inundación. La mayoría de las casas e infraestructura comunitaria, incluyendo los colegios son propensos a las inundaciones. Esta situación provoca desplazamientos de familias por inundaciones y deslizamientos, hecho que interrumpe el proceso educativo durante la emergencia. Los rectores y docentes señalan no tener protocolos, estrategias o metodologías para motivar el aprendizaje en estas circunstancias.

5. Deserción escolar: hay un gran porcentaje de deserción de adolescentes por embarazo a temprana edad. Adicionalmente, reclutamiento infantil se refleja también en el porcentaje de deserción escolar.  

 6. Currículos no adaptados: las instituciones etnoeducativas no tienen currículos escolares que se adapten a su cultura en términos de lengua pero también en términos de saberes y preservación de su identidad étnica. 

Frente a estas emergencias, ¿cuáles son las acciones más urgentes en el marco del proyecto? Garantizar y asegurar el acceso y la permanencia de niños, niñas y jóvenes en las instituciones educativas, así como ofrecer un acompañamiento psicoemocional para mitigar la exposición a las situaciones de conflicto. Es necesario también, crear y asegurar espacios de educación no formal y formal para las comunidades migrantes, además de ofrecer información clara para asegurar la garantía de sus derechos. Corresponde, por otro lado, reforzar el currículo de educación sexual como estrategia para asegurar la permanencia de niñas y jóvenes en las instituciones educativas, además de crear, en conjunto con las comunidades, materiales y currículos educativos flexibles adaptados a las diversas culturas.

A la fecha, se han desarrollado jornadas de formación en instituciones educativas, se ha hecho entrega de más de 2.000 materiales y recursos como juegos, maletas y libros en Cúcuta, Suerera, Karikachaboquira, La Gabarra y Tibú, entre esos, libros como «La Aldea: Historias para respirar profundo» y «Conferencia de los pájaros». Además, se han generado espacios de formación con docentes y líderes comunitarios para realizar un diagnóstico sobre las emergencias que se presentan en el ámbito educativo e incluso se ha socializado con la comunidad de Suerera el diseño de un aula para la comunidad. 

¡Quedan muchos desafíos por delante!

«Ha cambiado la educación y ahora tenemos que darle a los muchachos la facultad de expresarse»

Luis Carlos Palacios Murillo es el presidente del Consejo Comunitario de Platanares, una aldea en Medio Baudó en el departamento del Chocó. Luis Carlos participó en espacios de formación realizados en octubre de 2022 en el marco del proyecto de educación en emergencias de Unicef Colombia, iniciativa desarrollada en conjunto con ECHO y Click+Clack que busca proteger la trayectoria educativa de niñas, niños y adolescentes expuestos a emergencias ocasionadas por el conflicto armado, los desastres naturales y la migración.

“Hoy tenemos que tener paciencia para que los estudiantes se puedan adaptar y tenemos que ofrecerles otras maneras de acercarse al estudio”, menciona Luis Carlos. Las herramientas, los materiales, las actividades que estamos entregando a las comunidades en el marco de este proyecto, apuntan justamente a generar estrategias que nutran la labor docente y motiven el aprendizaje de niñas, niños y jóvenes para que puedan seguir aprendiendo pese a los desafíos que enfrentan en sus territorios. Luis Carlos nos contó más acerca de Platanares, y con ello, entendemos aún más las necesidades educativas de la comunidad. Este fue su relato:

Click+Clack: ¿Cuántas personas hay en la comunidad, y de esas personas, cuántas son niñas y niños?

Luis Carlos Palacios: en Platanares hay 78 familias y 300 habitantes. Aproximadamente tenemos 60 niñas y 56 niños.

CC: ¿Cuántos estudiantes hay en el colegio y qué cursos hay?

LCP: tenemos 65 estudiantes, aproximadamente. Aquí en Platanares solo hay primaria, de primero a quinto. Los estudiantes que quieren seguir con el bachillerato, tienen que desplazarse a Puerto Meluk, Istmina o Quibdó.

CC: ¿Por qué los estudiantes no continúan estudiando después de la primaria?

LCP: por falta de recursos. No los podemos mandar a cabeceras municipales donde podrían continuar el bachillerato y empiezan a trabajar. No tenemos suficientes recursos económicos para lograr que niños y niñas se puedan desplazar a otros colegios.

CC: Cuando los niños y niñas dejan de ir al colegio, ¿qué hacen?

LCP: algunos se dedican al trabajo, a la agricultura, se van de aquí a otras partes. Por ejemplo, conozco a algunos de ellos que dejaron de estudiar y están trabajando en un supermercado por allá en Istmina. Las niñas son ahora las que están estudiando, buscando el recurso para ver si salen adelante; ellas trabajan y estudian.

CC: ¿Qué tipo de emergencias se viven aquí en Platanares? Emergencias que evitan que los estudiantes vayan al colegio…

LCP: la inundación; se nos monta el río arriba del piso. Entonces a veces no pueden ir al colegio porque el agua no permite que haya un albergue donde puedan recibir clases dignamente. Otra emergencia es la falta de recursos: se nos acaba el agua, el plátano, el arroz, el maíz… cuando el agua crece, se pierde la cosecha. Acá no tenemos acueducto, el agua que tomamos es agua de lluvia o cogemos del río porque no tenemos tanques para purificar el agua. Tenemos muchas necesidades en la comunidad.

CC: ¿Cómo fue su educación aquí en Platanares?

LCP: fue una educación en la que los niños siempre le obedecían a los maestros. Cuando llegaba un maestro nosotros le dábamos la comida, el plátano, el arroz, nos íbamos a buscar pescado para los maestros, y nos enseñaban bien. Es tan así, que todavía recuerdo parte de lo que los maestros me enseñaban de historia patria y me sé unas dos biografías y poesías que nos enseñaron.

CC: ¿Cómo ha cambiado la educación desde su época hasta ahora?

LCP: me parece que ha cambiado el 100% esta escuela nueva; los niños no están viendo lo que es historia, educación cívica. A nosotros nos tocaba estudiar bastante. Los niños hoy en día no le están poniendo tanta atención al estudio. Anteriormente traíamos la comida para los profesores porque vivíamos muy agradecidos, porque venían a enseñarnos y nosotros veníamos a aprender de ellos. Ha cambiado la educación y ahora tenemos que darle a los muchachos la facultad de expresarse, de tener una vocación e invitarlos a las conversaciones de los mayores para compartir con respeto. Antes decían «el estudio entra porque entra», hoy no, hoy tenemos que tener paciencia para que se puedan adaptar al estudio.

Baile, canto, reflexión y aprendizaje: así fue el encuentro de Julián Díaz con docentes en Chocó

Decir que Julián Díaz tiene magia, es poca cosa. El actor colombiano y codirector de Diokaju Generación Arte Afro, es capaz de hacer reír, bailar y gritar a cualquiera. Julián emociona a quien está triste, hace reír a quien no quiere reír y pone a saltar a quien no quiere saltar, entonces, el cuerpo se libera, las emociones se disparan, la reflexión se detona y el aprendizaje nunca se olvida.

La magia indescriptible de Julián llegó a varios municipios del Chocó. Junto a Click+Clack y Unicef Colombia, en el marco del proyecto ECHO, el actor visitó Pie de Pato, Platanares y Puerto Meluk (subregión del Baudó), llevando conversaciones, bailes, canciones y actividades para que los docentes de las comunidades exploraran formas diferentes de aprender y enseñar.

En este encuentro con las comunidades, Julián logró crear espacios de desahogo y reflexión con los docentes. Por medio de posturas, ejercicios físicos, respiración profunda, cantos y bailes, las y los docentes memorizaron coreografías y bailaron alrededor de una vela, una vela que simbolizó la luz que guía, el conocimiento y aquello que llevamos dentro. El objetivo de esta rutina, más allá de la diversión y la liberación de estrés, fue que pudieran ser conscientes de la importancia de su labor en la sociedad, del compromiso que implica trabajar con niñas, niños y adolescentes, y de cómo los procesos de aprendizaje pueden ocurrir en cualquier escenario.

Julián logró detonar reflexiones importantes, por ejemplo, la necesidad de crear entornos agradables y empáticos para generar confianza, fortalecer la participación en el aula y detonar el aprendizaje significativo. Además, se destacó la importancia de poner en el centro aquellas actividades destinadas al bienestar colectivo y la necesidad de reconocer las diversas fortalezas, habilidades y cualidades que pueden ser aprovechadas en el ámbito académico. La relevancia de poner las emociones en el centro del aprendizaje, fue otro de los ejes de las actividades y los diálogos detonados por el actor.

«Considero que las actividades trabajadas por Unicef y Click+Clack con docentes de tres establecimientos del Alto Baudó, son para nosotros una gran oportunidad para que reflexionemos sobre la manera como estamos viviendo nuestras emociones, y por ende, para aprender a orientarlas, transmitirlas o vivenciarlas con todos los que nos rodean, en especial con nuestros estudiantes, para educar con el ejemplo y lograr que ellos vivan una vida en comunidad disfrutando y manejando sus emociones. Esta es una oportunidad más para que mejoremos lo que hacemos como docentes; los maestros trabajamos en pro de muchas cosas y queremos hacerlo bien. La oportunidad que nos brindaron fue bonita, sentí que todos la disfrutamos, fue muy valiosa y lo más importante es que no se quede allí, sino que sepamos que debemos seguir trabajando y no desistir con los chicos, ni con nosotros mismos. Estoy muy agradecida y espero que para mis compañeros siga siendo otra manera de seguir disfrutando lo que hacemos». Glemi Samira Robledo, rectora del Centro Educativo Hermano Anselmo Molano del Alto Baudó.

El Chocó se caracteriza por un gran nivel de imprevisibilidad a nivel social y político. El contexto de pobreza y de poca presencia estatal, combinado con las emergencias por inundaciones y conflicto armado, han afectado la trayectoria educativa de niñas, niños y jóvenes de dichas comunidades. Todo esto se traduce en retos sociales y enormes desafíos educativos. Resulta entonces indispensable, no solo llegar con recursos y materiales innovadores y apropiados, sino generar espacios donde el cuerpo, la mente y las emociones se vuelven protagonistas de las respuestas a las necesidades que enfrentan las comunidades.

Las fábulas: la mejor manera de ilustrar la historia del conflicto en Colombia

Las fábulas del libro ¡De otra manera! ilustran dos aspectos muy relevantes de Colombia: por un lado, la enorme riqueza natural y la diversa fauna y flora del país; por otro lado, el conflicto armado que ha permeado la historia de los y las colombianas durante décadas. En este libro, las plantas y los animales que habitan el territorio colombiano, son protagonistas de historias inspiradas en hechos reales; historias de comunidades que lograron superar el conflicto a través de la creación de acuerdo y espacios de diálogo, rompiendo así el círculo de violencia.

En el libro, animales autóctonos de distintas regiones de Colombia, afrontan retos y diferencias que finalmente consiguen sobrepasar. Estas historias son metáforas de la historia colombiana y se inspiran en la manera en que campesinos, padres y madres de familia, soldados y miembros de grupos al margen de la ley lograron llegar a acuerdos para hacer su vida más llevadera.

Más allá de abrir las heridas de la guerra o ahondar en el conflicto y sus dinámicas, este libro busca que niños, niñas, jóvenes y adultos reflexionen sobre la resolución de conflictos y los múltiples caminos que existen para superar la violencia. Es una invitación a imaginar nuevas formas de hacer las cosas y replantear las relaciones que se construyen bajo la violencia.

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